En Little Inferno te pasarás el díaquemando cosas. “Vaya definición más simple”, pensarás, pero que es que el juego trata precisamente de eso: enciende la chimenea, echa en ella los objetos que previamente has comprado y disfruta del show. Esta jugabilidad, que puede entender hasta un niño preescolar, es así de simple y adictiva.
Cuanto más cosas hagas arder en Little Inferno y con más virulencia, mayores serán las recompensas en forma de monedas. Con ellas comprarás más objetos en un bucle infinito. Sí, no esperes rankings y objetivos claros, dedícate a quemar y diviértete con ello.
Aunque en Little Inferno no hay misiones, sí que se te invita a realizar combos. Estos no son otra cosa que combinaciones de dos o más objetos que debes hacer arder. Para saber de cuáles se trata el juego te da pistas con los títulos de estos combos: “conejito de pascua”, “foto al gatico” o “dieta líquida”, nombres lo suficientemente claros para que no te cueste dar con los ítems de cada combo.
Muchas quemas satisfactorias y combos, además de dinero te dan fichas. Con ellas reducirás el tiempo de espera de los objetos que has pedido para quemar. Créeme, cuando estés inmerso en una partida esperarás que se reduzcan aún más esos escasos segundos.
Pero…¿es Little Inferno un quemar sin parar? Sí, pero tiene también una historiaque irás descubriendo a través de cartas que recibes de unos extraños personajes cruce de LittleBigPlanet y los protagonistas de películas de Tim Burton. Pero mejor no te cuento más y descubre por ti mismo cuál es la moralejaque nos quieren hacer comprender los chicos de Tomorrow Corporation.
Little Inferno no es sólo adictivo por el hecho de quemar y quemar y saber lo que pasa. Paradójicamente, ante tanta destrucción, resulta un juego relajante. Ver cómo se van destruyendo los objetos según su material o propiedades está muy bien conseguido; tanto, que no recomiendo el juego a niños muy pequeños. Algunas imágenes les pueden causar algunos llantos, y es que a ningún niño le gusta que ardan peluches y que además hagan ruiditos como si tuviesen vida propia.
